The Old Wives´ Tale (Cuento de viejas), de Arnold Bennett, por Strange Library

Cuando Elena me hizo el honor de invitarme a participar en la Arnold Bennett Bloggers Assembly(por favor, no dejéis de visitar la página, es muy interesante y a partir de hoy se pondrá aun más con colaboraciones de muchos compañeros de diversos blogs) empecé a devanarme los sesos viendo como retomaba a Bennett, al que tenía abandonado, no por falta de cariño sino por falta de tiempo, como (casi) siempre. 


Finalmente, aun sabiendo que me repetiré con más de un compañero  me fui a por la obra emblemática de Bennet, que leí mucho tiempo atrás y me dejó un recuerdo estupendo, aunque algo difuso a día de hoy. Había que enmendar esa nebulosa y ¿qué mejor momento?. 

En realidad reconoceré que en lo más profundo de mi, cada vez que releo una obra que me ha gustado, siempre hay un cierto temor a que en la segunda lectura me defraude. He de reconocer que en alguna ocasión ha sido así. A medida que evolucionamos en las lecturas vemos muchas obras y autores de manera diferente. No puedo comprender porqué subrayé o acoté lo que subrayé o acoté muchos años atrás (¿en que estaría yo pensando entonces?). Pero muchas otras veces la chispa mágica vuelve a saltar. 

Ya en el último viaje a Londres me habían dado ganas de releer el libro tras encontrarme por casualidad (mientras seguía la pista de Sherlock Holmes) la placa conmemorativa en una de las casa en que vivió y escribió (y murió, como afirma la placa) este escritor. En la mismísima Baker Street. No tenía ni idea de la asociación de Bennett con Baker Street y Marylebone.

La placa en la casa de Bennett en Baker Street.

Así que, manos a la obra, fue llegar el libro y cinco minutos después estaba liado con él. El libro, publicado en 1908, narra las vidas paralelas y divergentes de dos hermanas, Sophia y Constance Baines. Las sigue en sus vidas a lo largo de más de sesenta años, desde su adolescencia hasta su vejez. Y aquí podría conectar con lo que comentaba en la entrada anterior, la biografía de la Reina Victoria, referente a que toda persona anciana ha tenido una juventud de la que posiblemente nada sabemos hasta  que no indagamos. Me explico: en la introducción Bennett refiere que un día que estaba cenando entró en el restaurante una anciana fea y grotesca, con voz ridícula, liando una buena en una pelea con una camarera. Solo un rato después de haber estado riéndose de ella se paró a pensar que esa mujer habría sido una vez joven, delgada y posiblemente hermosa. Solo entonces reflexionó sobre cual habría podido ser su trayectoria vital, que infancia, juventud y madurez podrían haber desembocado en esa senectud ridícula o patética. En esta especia de epifanía el escritor decidió reflejar el arco vital de las protagonistas convirtiendo este en la espina dorsal que articula toda la novela. 

Arnold Bennett

Bueno, para empezar no hay que ser especialmente observador para fijarse en los dos nombres de las protagonistas. Una Sophia, el conocimiento, otra Constance o la constancia. Pues eso, que como decía aquel humorista al contar la adivinanza "hay que estar atento a las pistas". Sophia es hermosa, voluntariosa, aventurera y valiente. Constance es sencilla, humilde y obediente. Si bien es cierto que Bennett no lo pone muy difícil en este caso. Este juego de nombres (algo facilón, la verdad) nos podría recordar a otras tantas protagonistas de novelas dentro y fuera de las islas británicas (me resultaba difícil no acordarme de Marianne y Elinor Dashwood en Sense and sensibility). Pero en realidad la obra va mucho más allá de una simple asociación de ideas o comportamientos y nombres. Bennet sabe interpretar y sobre todo transmitir la naturaleza de estas dos mujeres de manera mucho más compleja ya la vez mucho más comprensible de lo que se podría encerrar en esas dos palabras. Sofía y Constancia, nada menos.

Ambas son las hijas de un tendero que regenta su negocio en las "Five Towns", la zona geográfica semificticia donde Bennett ubica la inmensa mayoría de sus novelas (región basada en la región natal del autor, como explico en la entrada cuyo link está justo antes en este párrafo). Sophía que obviamente lleva la vida más excitante de ambas decide fugarse a París con el primero que pasa, mientras que Constance permanece siempre en su pueblo natal. Allí se casa y allí crece, madura y envejece. A lo largo de todo el desarrollo (no querría explicar mucho más del argumento, me parece mal hacer un spoiler del mismo) lo que más podría llamar la atención es que las vidas de las hermanas son a la vez, interesantes y aburridas, destacables y al mismo tiempo absolutamente carentes de brillo alguno. Vidas corrientes como las que llevamos la mayoría de nosotros. Vidas con sus enfados y disputas, con su felicidad (que cada uno interpreta y ejecuta a su manera), a ratos aburridas y a ratos excitantes. Unas veces lógicas y otros incomprensibles para nosotros mismos.

Caricatura de Bennett por D. Levine


Todos conoceremos a hermanos reales que han llevado ese tipo de vida. Incluso puede que más de uno pudiéramos ser incluidos en el saco. Decía un crítico que "Bennett cree en la gente corriente y puede trascender en ella". Vemos ante nuestro ojos hincharse las vidas de las hermanas, crecer las esperanzas de Sophia, el potencial que pueden tener... y de repente viene la contra,  el castillo de naipes comienza a derrumbarse. Sophia vive desde dentro hechos históricos como el Sitio de París por los prusianos, pero pasa por ellos sin ser afectada emocionalmente. Dedicada a una única finalidad, manejar adecuadamente su pensión. En realidad esta visión miope de ciertos hechos históricos por parte de la gente del pueblo que los vive de cerca resulta muy interesante y fue defendida por el propio Bennet. Dice en el prefacio:
"La gente corriente siguió viviendo vidas corrientes durante el Sitio y para la gran masa de la población, el Sitio no fue el asunto dramático, espectacular, emocionante, extático que se describe en la historia".
Lo dicho, gente completamente corriente. Las cuatro partes del libro llevan títulos también suficientemente elocuentes por si mismas: la primera "Mrs. Baines" centrada en la madre de ambas, que es la que gobierna la casa en su adolescencia (su padre es un enfermo crónico), la segunda "Constance", la tercera "Sophia" y la cuarta (en muchos aspectos la mejor para mi), titulada "What life is". Con cada parte, Bennet va elaborando toda su teoría sociológica de esa vida desconocida que todos hemos llevado cuando llegamos a viejos.


La edición española



Como se supone que uno debe ser objetivo con los libros que lea (para empezar objetivo con uno mismo, para seguir objetivo con los demás), no diría yo que tengo claro que The Old Wives´ Tale pueda ser considerado probablemente un clásico de la literatura o un libro absolutamente inolvidable (tan pocos lo son en realidad). A veces se acerca peligrosamente al límite de la verborrea y otras trata de meternos en el corral con un discreto abuso de los signos de puntuación, especialmente con las exclamaciones que nos dejan claro cuando debemos sorprendernos. A veces las descripciones pecan de excesivamente prolijas. Pero no obstante es una lectura extremadamente recomendable. Divertida en muchos momentos, amena casi siempre y muy sólidamente escrita. Algunos pasajes son estupendos, como aquel en que Sophía, a la que han encargado vigilar un rato a su padre enfermo en la cama, se escapa para charlar con su novio y al volver descubre que este ha muerto.

Tras haber sido vigilado sin éxito durante catorce años había, con la perversidad natural de un inválido tomado ventaja del  breve abandono de Sophia para expirar. Se diga lo que se diga, entre el horror de Sophia y su terrible pena y vergüenza, a veces la visitaba la idea: ¡su padre lo había hecho a propósito! 

Si algo tengo claro, en este caso como en muchos otros, es que si Bennett no es bien conocido por estos lares no es porque no se aun buen escritor (que lo es), sino posiblemente porque su obra ha sido traducida solo en una ínfima proporción a este nuestro idioma. No puedo encontrar otra justificación, la verdad. No en vano, Dame Margaret Drabble (que escribió una estupenda y elogiosa biografía de Bennett) lo llama "uno de los inmortales" en este video introductorio de un documental sobre el autor (que estoy buscando a brazo partido por los mares de internet).



Pero por otra parte hay que reconocer que Bennett ha tenido un eclipse (esperemos que temporal) por deseo y acción de diversos críticos que le atacaban por, explicado en el sentido más básico, ser el último bastión de una forma para ellos extinta de escribir (o que al menos debía ser extinta). Una de las más conocidas fue mi (nunca suficientemente elogiada) Virginia Woolf. Esta, en un ensayo titulado "Mr. Bennett and Mrs. Brown" (que podéis encontrar aquí en una edición estupenda en inglés) arremetía contra Bennett en el sentido que acabo de comentar. De hecho no es raro encontrar críticas negativas aun hoy en día respecto de Bennett. Afortunadamente desde los años 70-80 han ido apareciendo diversos especialistas (Margaret Drabble, Francine Prose...) que tratan de restaurar la figura de este escritor al lugar que merece y que muchos otros igual o menos dotados no han tenido tanta dificultad en alcanzar.

También E.M. Forster (es curioso, pero yo habría esperado que Forster apreciara mejor esta novela), hablando de las dos hermanas dijo que: "estaban condenadas a la decadencia de una manera tan completa que resultaba totalmente atípica en la literatura". Algo más objetiva fue a opinión de otro gran escritor, Max Beerbohm, que dijo que la novela "trata acerca del paso del tiempo, de la imparable fusión de la juventud en la edad madura, la invisibilidad de las trampas de nuestro propio carácter, a las que nos dirigimos de manera incauta, con completo desconocimiento".
Bennett tiene incluso un famoso plato culinario con su nombre (que podemos ver preparar en el video anterior), la Arnold Bennett Omelette, también llamada Savoy Omelette. Bennett escribió una novela (Imperial Palace) mientras se alojaba en el Hotel Savoy de Londres. A medida que él perfeccionaba su novela, los chefs del hotel perfeccionaban para su disfrute una tortilla que llegó a equiparar su fama y que el escritor solicitaba en cada lugar que visitaba. Es una tortilla en cuyo relleno se usa un pescado ahumado llamado Haddock, que deduzco (a riesgo de equivocarme completamente) deben ser anchoas (arenques ahumados), aunque los diccionarios lo traducen como "Abadejo". La tortilla aun sigue en el menú del Savoy. La verdad es que la pinta es magnífica.

La Arnold Bennett omelette.




En inglés: Arnold Bennett. Old Wives´ Tale. Edit Penguin (Penguin Classics). 2007. 624 pps.
En español: Arnold Bennett. Cuento de viejas. Edit. RBA, 2011; 736 págs.

http://strange-library.blogspot.com.es

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